miércoles, 1 de octubre de 2014

Las cuerdas, el corazón y el bolero

    Sonaron las primeras notas procedentes de una vieja radio. La vibración de esas cuerdas envolvió no sólo el cuarto. Los sonidos se escaparon por puertas y ventanas llegando a muchos oídos que sorprendidos dejaron sus quehaceres para prestar atención.

    Con sus manos en la guitarra enamoró a todas las damas porque no sólo usaba dedos, ponía en ello su alma. Bailaba él con su instrumento y provocaba con ello que los muchachos del pueblo lo hicieran con las muchachas. Comenzó así la verbena y fue pasando la noche con las parejas formadas. Unos reían y otros lloraban pero todos lo hacían de felicidad.

     ¿Todos? Todos no. Había un rostro diferente entre tanta multitud.      

    Una nota tras otra lo era todo y era nada pues tan solo con oírle hasta al amor enamoraba. En su secuencia de negras, de blancas y de corcheas había una pequeña nota que descubría tristeza. ¿Por qué tan triste esa nota? ¿Qué le pasó a la guitarra?

    Era una pena muy grande que no era del instrumento sino más bien de quien lo tocaba. Todos se dieron cuenta y pararon de bailar. Quién sabe la razón por la que dejó de tocar si ni él estaba a la vista y tampoco los vio parar.

    Una brisa de aire helado recorrió toda la plaza. Los muchachos con sus chaquetas cubrieron a las muchachas. La brisa siguió su camino por las puertas y ventanas llegando por fin a la radio para atravesarle el alma.

    Se quedó todo en silencio, él derramó una lágrima y sin poder evitarlo, un ciento o dos más que cayeron sobre las cuerdas formando una curiosa canción.

    En el pueblo, desconcertados, miraban a su alrededor y de pronto una voz, entre ellos, se escuchó. Las cuerdas de esa garganta, de un marchito corazón, seguían la misma pauta obligando a las parejas buscarla con la mirada. ¿Quién era esa dulce voz?

    Encontraron el origen y quedaron asombrados. El desgarro de esa voz a todos hizo llorar. Rodearon a la anciana y la escucharon cantar. Vieron volar al sonido explorando por el pueblo rincones y recovecos buscando no sólo a la guitarra sino también a su dueño.

    Nadie sabe la razón pero en ese mismo momento el guitarrista dejó de llorar. La escuchó por un instante y luego empezó a tocar en el momento oportuno dibujando filigranas que llegaran a esa voz. Se buscaron así estos, entre la gente, por la plaza y al fin, frente a frente, se fundieron en uno sólo formando la melodía que todos los que lo vieron, entre alegría y tristeza, lo llamaron El Bolero.

    Acabó la canción de pronto impidiendo a los amantes continuar con su amor. Hubo quejas por doquier pero ya era amanecer y muchachos y muchachas volvieron a sus quehaceres vaciando así el lugar.

    Quedó en soledad ella en medio de la enorme plaza y con lágrimas en los ojos nunca paró de cantar deseando, con su amante, algún día poderse encontrar.

    Suena así todavía hoy en la vieja radio esa agridulce canción:

… Espérame en el cielo
cariñito adorado
que si Dios te ha llevado
fiel te juro ser yo…



10 comentarios:

  1. Convertiste la música en poesía en este relato. A pesar de ser prosa tiene el ritmo de la poesía. Muy bueno, además como fan de los relatos fantasticos me gusto la conexión inexplicable de los amantes.

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    1. Muchas gracias Santiago. Es que el amor es una conexión inexplicable quizás. Un abrazo

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  2. Muy bella esta prosa poética, Ana Lía, conformas con ella toda una leyenda acerca de los orígenes del bolero. Eres buena diseñando mitologías, y ésta es tierna, dulce, triste y apasionada como ese género musical que te ha inspirado.
    Comparto muy gustosa y te dejo besos y mis mejores deseos para la semana.

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    1. Muchísimas gracias Mayte. Jobar, ¡qué bonito lo que me has puesto! Un besazo enorme e igualmente, feliz semana

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  3. Hola Ana, me gustó la delicada prosa poética en la que me sumergiste y la estrofa del bolero es muy tierna y digna de un romance eterno, feliz noche, abrazos.

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  4. Ojalá el origen del bolero fuera así, unas voces con lejanas resonancias miticas como si se hubieran escapado de Cien Años de Soledad o de Pedro Páramo. Se lo merece esta maravillosa música y tu hermoso relato.
    Besos

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    1. Muchas gracias Max. Las comparaciones que has hecho me han sacado una lagrimita. Un fuerte abrazo

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  5. La magia de la música: excelente prosa, excelente relato y qué bien captas las emociones humanas.

    Un beso.

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    1. Muchísimas gracias Alex Palahniuk. Con tu permiso, voy a explorar tu muro. Un saludo

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