- Crearé un mundo mágico exclusivamente para ti, a tu medida.
Levantaré montañas, llenaré los desérticos valles de aguas cristalinas y en el
cielo colocaré a puro mimo cada estrella a tu antojo. Mi piel quedará estampada
en cada hueco, en cada forma, sólo por verte feliz. Me cortaré las alas y lo
haré porque eres tú mi destino. La única frontera que me queda por rebasar es
tu pensamiento. Tus decisiones y deseos deben ser únicamente convertirte en la
Diosa de mi mundo. Te concederé la inmortalidad y eternamente estaremos juntos –
suplicó el hombre alado de rodillas frente a mí.
El
paraíso compartido con más seres tiene amplias posibilidades de convertirse en
un infierno pero, por la misma razón, no sería un edén si no existiera más que uno.
Los
excéntricos deseos de los dioses sobrepasaban la realidad. Nuestra condena, la
humana, es vivir con el miedo de que llegue la muerte pero es esa razón la que
envidiaban los dioses.
La duda
se presentó en forma de colibrí revoloteando de una a otra idea. Mi cabeza
quería estallar. Por una parte, sería omnipotente y manejaría todo a mi
capricho, incluso por encima de él. Por otra, yo le amaba y él a mí no pues su intención era disolver mi libre albedrío.
Quizás
fue mi conciencia la que me recordó que los mundos de los dioses, por muy mágicos que
sean, son avernos de sufrimiento y dolor para los mortales.
Tomé mi
decisión.
- Te deseo y me halagas con tu propuesta. No puedes atrapar
mi pensamiento que tanto deseas porque sería como atrapar a un colibrí, tarde o
temprano moriría y ya no podrías admirarlo porque dejaría de existir. Aun
así me convertiré en tu Diosa pero sólo
si dejas este mundo tal y como es. No más mundos mágicos y estaremos
eternamente juntos – contesté ofreciéndole una daga para que cortara sus alas.
- Sí mi amor. Lo que sea por estar para siempre juntos –
dijo desgarrando sus apéndices y convirtiéndome en un ser de luz divina.
El
colibrí revoloteo por última vez y se posó sobre mí. Noté el poder en mi cuerpo.
Le miré fijamente a los ojos. Derramé una lágrima que ya no era de amor y antes de corromperme, con mi inmenso poder,
convertí a todos los dioses en mortales mientras le susurré – Te estoy concediendo la posibilidad de amar. Ahora sí podremos estar juntos para siempre,
para siempre que nos dure el pensamiento –.
Mágico relato Ana Lía, me ha gustado mucho. Y también me ha gustado lo del colibrí. Suerte en el concurso. Besos!!!
ResponderEliminarGracias Jordi, un abrazote y gracias por compartirme.
EliminarSaludos, muy lindo y romántico tu relato Ana Lía. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarGracias Mery. Un fuerte abrazo
EliminarHola Ana Lía.
ResponderEliminarEs un cuento precioso, mágico.
Bellísimo.
Me ha encantado.
Un abrazo.
Muchas gracias Lucia. Un besote
EliminarExcelente, mi querida Ana Lía, un relato lleno de encanto, magia y a la vez profundo, donde dioses y mortales tocan sus dedos y esta frase me encantó "los mundos de los dioses, por muy mágicos que sean, son avernos de sufrimiento y dolor para los mortales.". Besos y suerte!
ResponderEliminarGracias Alonso, eres un cielo.... Un abrazote y ya queda menos para que me invites a bailar!!!
Eliminar¡Fascinante, magistralmente escrita! Los Dioses nos envidian el " poder amar", me gusta, logras hacer con ello que nos sintamos importantes en un mundo de seres poderosos que consiguen todo lo que desean
ResponderEliminarMuchas gracias Paola. Me ha encantado tu comentario. Me alegro de haberte hecho sentirte así. Un abrazo
EliminarFabuloso relato, Ana Lía. Me gustó eso de renunciar a la posibilidad de ser divino y conservar la libertad de elegir. Me hiciste reflexionar sobre que humanos y dioses somos uno sólo, y no uno bajo el otro. Y que el amor, para ser puro, debe ser equitativo, equilibrado. Ni arriba ni abajo, pero en el medio. Me gustó además esa atmósfera mitológica que le diste donde no escatimaste en usar tu habilidad como poeta. Saludos.
ResponderEliminarCarlo!!! Muchísima gracias. Me tienes con una sonrisa de oreja a oreja porque no sé que me emociona más, que me consideres poeta o que te haya gustado tanto la parte mitológica cuya inspiración es tu tierra. Un fuerte abrazo y un besote
EliminarQué imaginación portentosa la tuya! Me ha encantado el relato, lleno de simbolismos y trampas para el pensamiento racional. A mí me resulta muy difícil escribir teniendo que seguir algún criterio prefijado, como la foto en este caso, y justo por eso encuentro que tu mérito es aún mayor. Enhorabuena, lo bordaste.
ResponderEliminarUn gran abrazo!!
Pero si es mi excelente chica amadrinada!!!! Muchísimas gracias Julia. Voy a pasarme por tu muro que un pajarito, no sé si colibrí, me ha dicho que has publicado.... Un abrazote guapísima
EliminarMe gustó mucho la temática. La lucha entre lo divino y lo humano, entre el poder y el amor. Además con una prosa muy buena.
ResponderEliminarMuchas gracias Santiago. Los dioses no tienen nada que hacer ;) Abrazote
EliminarHola Ana Lia.
ResponderEliminarMe encanta.
Muy romántico y muy poético.
El final es sorprendente.
Un gran abrazo.
Hola Ana.
ResponderEliminarEs una fabula lirica.
Has transmitido bellas sensaciones, profundos sentimientos.
Has enseñado tu alma Ana querida.
Y que hermosa es!
Beso
Ohhhhh!!!! Richard..... muchas gracias. Jo! ¡Cómo me mimas! Un besote guapísimo
EliminarLibrarse de todas las jaulas y dejar de sentirse atrapado, un bonito sueño para dioses y siervos. Lo malo de los colibrís es que necesitan mucho esfuerzo para mantenerse en el aire y preocupados por el esfuerzo no tienen fuerzas para nada más. Dichosos ellos que no tienen que pensarse y repensarse a cada rato.
ResponderEliminarUn bello simbólismo hecho palabras.
Un cálido abrazo
Muchas gracias Max. Siempre me mimas y es un placer. Otro cálido abrazo para ti.
EliminarExcelente Lía! no encuentro otra palabra. Excelente en la forma y excelente en contenido. Un abrazo de mortal!
ResponderEliminarPues otro para ti buen mozo porque son los mejores,sobretodo los mortales!!! Muchas gracias Miguel Ángel
Eliminar