- Has cambiado - le susurré entre lágrimas separando sus manos de mí.
- No es verdad, soy el mismo de siempre - me respondió sentado en la cama y agarrándome de nuevo con fuerza por la cintura.
Acercó mi cuerpo a su boca para descender sensualmente con sus húmedos labios, cargados de cálidos besos, poco a poco, desde mi ombligo sin dejar de enfocar su fóvea en el interior de mis pupilas buscando disolver mi rayo azul y seduciendo de nuevo a mi alma.
Acercó mi cuerpo a su boca para descender sensualmente con sus húmedos labios, cargados de cálidos besos, poco a poco, desde mi ombligo sin dejar de enfocar su fóvea en el interior de mis pupilas buscando disolver mi rayo azul y seduciendo de nuevo a mi alma.
Me volví a soltar de él suavemente y le di un un beso entre los remolinos de su pelo iluminado por la luz de neón que entraba por la miserable ventana. Metí mi guitarra en la funda y le miré por última vez.
- Tienes razón, perdóname. La que ha cambiado soy yo - le dije de espaldas abandonando medio desnuda la habitación del motel.
Bueno, así pasa... pero esa caricia de blues quedó como un recuerdo, ya que ella seguro se llevó la música consigo. Excelente, mi querida Ana Lía, un micro intenso y que deja un sabor desconcertante en la boca, donde la cabeza se hace una maraña de estambre, jejeje. Abrazote para ti y un beso!
ResponderEliminarTal vez un recuerdo bonito, quien sabe!!! Muchas gracias Alonso. Un abrazote y otro beso para ti :)
EliminarMe parece que hay un mensaje profundo en ese silencio sin respuesta cuando dices, “La que ha cambiado soy yo”. Y ese abandono media desnuda, con un cambio de consciencia, distanciándote de lo habitual para continuar la evolución interna, sin los estorbos de la costumbre. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Fernando. Sí, el mensaje es de último suspiro y ya. Un abrazo y gracias por pasarte por estos lares, viniendo del Norte!!
EliminarBuen título que deja entrever la lectura, su ritmo de blues mientras el amor entrechoca por las baldosas del motel. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Nel. Es tristeza contenida, no se puede liberar o, al menos, no tan fácilmente. Un abrazo
EliminarQue bonito cuento, y que bonito blog. Me encanta es precioso. Un abrazo ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Sergio. Me alegra que te guste. No debería decirlo pero me encanta mi blog, me da tranquilidad. Un abrazo enorme y gracias por pasarte por aquí ;)
EliminarAmiga siempre tienes ese toque de decir las cosas sencillas de la manera mas profunda y tenue a la vez...ademas de dejarme queriendo más y más! Me ha encantado...besitos!
ResponderEliminarOhhh!!! Ady!!! Eres muy dulce. Ese más y más me ha encantado. Yo creo que ella después de salir del motel se fue a un bar de mala muerte a tocar y cantar un blues, desgarrando a las pocas almas del local!! Tal vez una Janis Joplin (Bye Bye baby, bye bye) ...quien sabe! Un besote
EliminarFascinante, seguro que las cortinas se bamboleaban a un ritmo sugerido por el viento.
ResponderEliminarTe voy a contar un secreto: no cambiamos nunca, lo que pasa es que con el tiempo nos hacemos más viejos y por tanto más necesitados de ser condescendientes con nosotros mismos.
Besos
Me alegra que me digas eso, está bien saberlo. Ohhh!! Me gusta eso de las cortinas. Muchas gracias Max y un besote
EliminarHola Ana.
ResponderEliminarEnorme micro. Con mucha historia detrás. Las sensaciones y los sentimientos son fuertes, palpables.
Magnifico.
Besos Ana.
Muchas gracias Ricardo. Me alegra que te haya gustado. Un besote
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