martes, 12 de agosto de 2014

¿Y si fuera posible?

    Aquí estoy de nuevo como cada jueves bebiéndome la vida en cubalibres en este miserable bar. Algunos en los dardos, entre el humo de sus cigarros, intentan atinar a la diana. Otros se gritan en la barra por los resultados del mundial. Y por último, los más desinhibidos bailan en el centro poseídos por el momento y algún que otro excitante de la tapa del retrete.

    Miro como contonean sus cuerpos, sobre todo ellas, al ritmo de la música. En concreto a Laura, una chica de veinte años que viene desde hace unas semanas. ¡Cómo consigue evadirse por unos instantes de la realidad! Me encanta. ¡Cómo seduce a las personas, descaradas como yo, que sólo la miran buscando alimentar sus más básicos deseos! Es un ángel de pelo negro y unos enormes ojos violeta que jamás se fijarían en alguien como yo. 

    No me lo puedo creer. Me ha mirado. He apartado mis ojos de ella y estoy mirando mi copa. ¿Cómo es posible que se haya fijado en mí? Mis manos empiezan a temblar y un escalofrío me recorre el cuerpo. Vuelvo a mirar, tímidamente, para comprobar si me sigue mirando pero ya está otra vez bailando, sensualmente, con una amiga.

    No puedo pasarme todas las semanas esperando este día para verla bailar unas horas. No puedo continuar emborrachándome buscando el momento adecuado para hablarla, para decirle quizás algo tan típico y estúpido como “Hola, ¿qué tal? ¿Eres nueva? Te llevo viendo unas semanas por aquí y me pareces muy interesante” porque da miedo que alguien como yo te diga algo así. No puedo pensar que tengo la posibilidad de tener lo que el resto porque no es así. No debo hacerme ilusiones de poder formar parte de su vida, de tocarla y besarla; de conocer sus sueños y sus miedos; de estar con ella cuando se siente sola y perdida como me siento yo ahora; y de compartir todo con ella y construir algo enorme a su lado.

    ¿Por qué para de bailar? Viene hacia mí, ¿qué hago? Mi corazón va a estallar. La miro fijamente mientras se aproxima. Su caminar es imponente y sus piernas preciosas. Mientras camina, se sacude el pelo con ambas manos y me vuelve a mirar. Me sonríe.

    Estoy a punto de sufrir un infarto. ¿Y si viene a hablar conmigo? ¿Qué le digo? ¿Y si está ofendida por mirarla tanto durante tantos días? ¿Y si viene a pedirme que la deje en paz porque se ha dado cuenta que sólo voy cuando ella está? ¿Qué hago? Seguro que piensa que soy un bicho raro. Entonces, ¿por qué me sonríe? ¿Y si sí se ha fijado en mí? ¿Habré despertado su curiosidad? ¿Habrá notado que es ella lo que más he deseado estas últimas semanas? ¿Sentirá, quizás, ella también algo por mí? ¿Y si le gusto y está buscando mi atención? ¿Y si estas últimas semanas ha bailado para mí? ¿Y si sí me va a corresponder? ¿Y si fuera posible?

    Ya está delante de mí. Me retira el cabello de la oreja y me dice: “Hola, ¿qué tal? ¿Eres nueva? Te llevo viendo unas semanas por aquí y me pareces muy interesante”.




12 comentarios:

  1. Ese momento ¡Que mal se puede llegar a pasar! Y puede ser lo mejor que te pase en la vida.

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  2. Muy buen relato Ana, incluyes los temores mas recónditos del personaje, me gustó, besos.

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  3. Genial relato Ana, el dialogo interno, protagonista absoluto de la trama, es brillante. Muy bien logrado el clima que seguramente pretendías.
    Beso.

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  4. Nadie se hubiera esperado esa alienación de personalidad. Lo cierto, es que juegas muy bien con el lector. Tan bien que cuando acabé de leer este relato me sentí un poco ridículo de lo bien que habías llegado a manipularlo todo, al menos, en mi caso. Me parece un juego digno a imitar y experimentar con él. Tampoco se me hubiera pasado por la cabeza hacer ese cambio tan brutal. Me has dejado con la misma sensación que Cortázar con muchos de sus relatos.
    Este relato me parece increíble, de verdad.

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    1. Gran halago de un maestro. Me lo voy a acabar creyendo. Este relato ha tenido polémicas en otras webs por los prejuicios. Me alegro que no pertenezcas a ese sector. Un abrazo

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  5. Hola Ana Lia, he leido tu relato gracias a que Mila Gomez lo compartio, y quiero darte mi humilde opinion.
    Esta muy bien ambientado y logrado, pues primero nos metes en el bar y nos identificamos con tu personaje, luego seguimos tu juego al observar a Laura. Das a entender que ella es bisexual al decir que esta bailando sensualmente con una amiga y sin embargo mira al personaje central cuyo dialogo interno es mas bien propio del genero masculino (las mujeres sabemos muy bien cuando gustamos y no nos asaltan el tipo de dudas que tenia), por eso me sorprendio el final, me gusto to arte para lograr el engaño.

    Ingenioso y muy humano, te felicito.

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    1. Hola I. Harolina. Lo primero, un placer tenerte aquí. En segundo lugar y respondiendo a tu comentario, todos tenemos las mismas inseguridades. Las mujeres tal vez seamos más seguras pero también tenemos nuestros momentos. Quise poner al lector en la piel de una persona en una situación así, es el lector el que empatiza más con el hombre (yo no engaño). Inconscientemente no aceptamos ni vemos posibilidades, son prejuicios. Se da por hecho que ese sentimiento es exclusivo en hombres heterosexuales y no es así. Nosotras también. Un abrazo y me alegra que te pareciera humano. Ha sido un honor

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  6. El diálogo interior como hilo conductor de la escena es realmente envolvente, te atrapa y te hace formar parte del personaje, te crea una empatía digna de admiración. Una narración amena, disfrutable. Te encuentras en el lugar, sientes el deseo y luego te sorprende, pero es tan natural, independientemente del sexo de los personajes, la atracción existe a todos los niveles posibles y en el dominio de lo consentido por ambas partes siempre es algo para celebrar. Un relato magnífico, Ana.
    ¡Abrazo, Amiga de Letras! ;)

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    1. Muchas gracias, Edgar! Sí, todos sentimos lo mismo. Me alegro de que así lo veas :) Un abrazo, Amigo de las Letras!

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