Los
gritos de la gente siempre están fuera de lugar y por eso lo ocupan todo. Son tan descarados
que no dejan a la calma intervenir en ningún momento. Por esa razón, Isaac
permanecía inmóvil en su cama. Fue inútil su intento de cerrar las ventanas y
las puertas, bajar las persianas e, incluso, apagar la luz. Ya nadie respetaba
la intimidad porque habían olvidado la plenitud de compartir un instante con
uno mismo. Eran malos tiempos para diseñar alguna estrategia que aplacara el
miedo de la gente por la oscuridad y el silencio así que era más fácil buscar
la salvación personal.
A pesar
de todo, él lo intentó. Seguían llegando a sus oídos los ruidos de las voces
pero puso toda su concentración en ese momento hasta que, por fin, abrió los
ojos.
¡Bendita evasión! Pensó para sí mismo.
Estaba creando su mundo. Cualquier otro que hubiera estado ahí pensaría que era
un mundo hostil y tétrico pero era por la superficialidad que caracteriza a los
comunes. Había deseado tanto ese momento que puso en cada detalle todo su
ingenio. Siempre supo que estaba preparado para ese instante de placer pues lo
había estado esperando toda su vida.
Para él
era fantástico inventar tonos de oscuridad que, por supuesto, si alguien lo
hubiera visto, al pertenecer al común de los mortales, no hubiera distinguido
unos de otros. Simplemente vería una oscuridad profunda y extrema que le obligaría a temblar de terror.
Una vez
hubo detallado la nueva gama de color, se centró en el sonido. Había escuchado
tanto ruido que incluso la melodía más sonora le resultaba odiosa. Le surgió la
necesidad de crear una nueva medida que determinara los tipos de silencio y suprimió absolutamente el sonido. Fue
haciendo correspondencias y combinaciones de medidas y grados de silencio con tonos
de oscuridad construyendo así un nuevo universo.
Otro
cualquiera que hubiera estado ahí se hubiera muerto del miedo porque para la
gente común sería un infierno.
Esta
era la base de su todo. Sólo faltaba eliminar cualquier cosa que le recordara
el mundo del que pretendía huir. Así fue olvidando a la gente, cualquier
persona conocida o no conocida. Pensó por última vez en sus padres y hermanos,
luego en sus amigos, también en su esposa, hijos y nietos; en los compañeros
del hospital, otros médicos y enfermeras con los que pasó demasiado tiempo
entre gritos. Lo más curioso fue que en ninguno de esos pensamientos hubo una
reacción, ni buena ni mala. Simplemente olvidó todo.
Su cuerpo cayó hacia un lado de la cama. Su esposa escuchó el golpe y fue corriendo a ayudarle. Intentó incorporarle pero fue inútil. En
uno de los intentos algo cayó al suelo. Ella lo recogió. Era un frasco de
cristal con una pegatina donde estaban las letras de Isaac y decían “Prueba
#367 Sarín: Schrader, Ambros, Rüdiger y Van der Linde ”.
Isaac siempre fue un soñador. Su
máxima era un universo oscuro y silencioso por lo que con esfuerzo y sacrificio,
lo consiguió.
a las sombras del pasado que, por fortuna, mata el tiempo
El autismo antiimpuesto tiene muchos adeptos, yo lo ensayaba mucho de pequeño y hasta creaba historias de países desde la Edad Media hasta la actualidad mientras intentaba dormirme.
ResponderEliminarCreo que entiendo bien a tu Isaac y me gusta como has relatado su progresivo abandono a su propia nada. Me mola.
Te paso una entrada sobre ruidos urbanos en mi serie sobre el detective privado Fiz Arou:
http://suicidasperezosos.blogspot.com.es/2012/09/perforando-mi-descanso-kaskarilleira.html
Abracetes
Muchas gracias Max. Acabo de leer tu link. Impresionante. A todos nos está ensordeciendo tanto maldito ruido. Un abrazote
EliminarBuen relato Ana Lía, y un buen final, feliz noche :))
ResponderEliminarMuchas gracias Alejandra. Un abrazo
EliminarSeguro que en el mundo de los espíritus encontrará la paz que buscaba. Excepto cuando lo llamen en las sesiones de ouija para preguntarle quien es y que es lo que quiere. No hay descanso ni para los muertos.
ResponderEliminarBuen relato Analia, da una visión diferente de la tradicional sobre la muerte.
Muchas gracias Santiago. ¿Para cuándo una sesión para que Isaac nos cuente? XD, Un abrazo
EliminarMe ha encandilado desde el principio. Un buen relato.
ResponderEliminar¡Un besín!
Muchas gracias Gema. Me ha encantado ese besin porque en León no solemos dar ni besos ni besotes, siempre fueron besines. Un besin para ti también.
EliminarQue buena narración Ana Lia! Fue fascinante la descripción de las etapas. Aunque se vislumbra el desenlace, el final es poderoso.
ResponderEliminarExcelente Ana.
Felicitaciones.
Beso.
Muchas gracias Ricardo. He empezado a bailar. En cuanto tenga técnica, me paso al tango. Un abrazo enorme.
EliminarEs muy bueno, recién lo descubro, a veces también a mi me gustaría vivir en una isla desierta: Alejándome de la locura insana del mundo. Final fuerte, me ha gustado... Casi uso la misma imagen para mi relato "El ultimo hombre" (La Tierra envuelta con nubes). Abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Carlos, eres un sol. Un fuerte abrazo :)
EliminarHola Ana
ResponderEliminarBendito silencio pero no hasta esos extremos!
Un relato muy interesante
Muchas gracias, Paola :)
EliminarYa, lo escribí hace mucho tiempo. Paranoias
Beso, hermosa