Sonaron las
primeras notas procedentes de una vieja radio. La vibración de esas cuerdas
envolvió no sólo el cuarto. Los sonidos se escaparon por puertas y ventanas
llegando a muchos oídos que sorprendidos dejaron sus quehaceres para prestar
atención.
Con sus manos en la guitarra enamoró
a todas las damas porque no sólo usaba dedos, ponía en ello su alma. Bailaba él
con su instrumento y provocaba con ello que los muchachos del pueblo lo
hicieran con las muchachas. Comenzó así la verbena y fue pasando la noche con
las parejas formadas. Unos reían y otros lloraban pero todos lo hacían de
felicidad.
¿Todos? Todos no. Había un rostro
diferente entre tanta multitud.
Una nota tras otra lo era todo y era
nada pues tan solo con oírle hasta al amor enamoraba. En su secuencia de
negras, de blancas y de corcheas había una pequeña nota que descubría tristeza.
¿Por qué tan triste esa nota? ¿Qué le pasó a la guitarra?
Era una pena muy grande que no era
del instrumento sino más bien de quien lo tocaba. Todos se dieron cuenta y
pararon de bailar. Quién sabe la razón por la que dejó de tocar si ni él estaba
a la vista y tampoco los vio parar.
Una brisa de aire helado recorrió
toda la plaza. Los muchachos con sus chaquetas cubrieron a las muchachas. La
brisa siguió su camino por las puertas y ventanas llegando por fin a la radio
para atravesarle el alma.
Se quedó todo en silencio, él
derramó una lágrima y sin poder evitarlo, un ciento o dos más que cayeron sobre
las cuerdas formando una curiosa canción.
En el pueblo, desconcertados,
miraban a su alrededor y de pronto una voz, entre ellos, se escuchó. Las
cuerdas de esa garganta, de un marchito corazón, seguían la misma pauta
obligando a las parejas buscarla con la mirada. ¿Quién era esa dulce voz?
Encontraron el origen y quedaron
asombrados. El desgarro de esa voz a todos hizo llorar. Rodearon a la anciana y
la escucharon cantar. Vieron volar al sonido explorando por el pueblo rincones
y recovecos buscando no sólo a la guitarra sino también a su dueño.
Nadie sabe la razón pero en ese
mismo momento el guitarrista dejó de llorar. La escuchó por un instante y luego
empezó a tocar en el momento oportuno dibujando filigranas que llegaran a esa
voz. Se buscaron así estos, entre la gente, por la plaza y al fin, frente a
frente, se fundieron en uno sólo formando la melodía que todos los que lo
vieron, entre alegría y tristeza, lo llamaron El Bolero.
Acabó la canción de pronto impidiendo
a los amantes continuar con su amor. Hubo quejas por doquier pero ya era
amanecer y muchachos y muchachas volvieron a sus quehaceres vaciando así el
lugar.
Quedó en soledad ella en medio de la
enorme plaza y con lágrimas en los ojos nunca paró de cantar deseando, con su
amante, algún día poderse encontrar.
Suena así todavía hoy en la vieja
radio esa agridulce canción:
… Espérame en el cielo
cariñito adorado
que si Dios te ha llevado
fiel te juro ser yo…
Convertiste la música en poesía en este relato. A pesar de ser prosa tiene el ritmo de la poesía. Muy bueno, además como fan de los relatos fantasticos me gusto la conexión inexplicable de los amantes.
ResponderEliminarMuchas gracias Santiago. Es que el amor es una conexión inexplicable quizás. Un abrazo
EliminarMuy bella esta prosa poética, Ana Lía, conformas con ella toda una leyenda acerca de los orígenes del bolero. Eres buena diseñando mitologías, y ésta es tierna, dulce, triste y apasionada como ese género musical que te ha inspirado.
ResponderEliminarComparto muy gustosa y te dejo besos y mis mejores deseos para la semana.
Muchísimas gracias Mayte. Jobar, ¡qué bonito lo que me has puesto! Un besazo enorme e igualmente, feliz semana
EliminarHola Ana, me gustó la delicada prosa poética en la que me sumergiste y la estrofa del bolero es muy tierna y digna de un romance eterno, feliz noche, abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias Alejandra. Un beso enorme
EliminarOjalá el origen del bolero fuera así, unas voces con lejanas resonancias miticas como si se hubieran escapado de Cien Años de Soledad o de Pedro Páramo. Se lo merece esta maravillosa música y tu hermoso relato.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias Max. Las comparaciones que has hecho me han sacado una lagrimita. Un fuerte abrazo
EliminarLa magia de la música: excelente prosa, excelente relato y qué bien captas las emociones humanas.
ResponderEliminarUn beso.
Muchísimas gracias Alex Palahniuk. Con tu permiso, voy a explorar tu muro. Un saludo
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